El fin de semana nos hemos acercado todos a ver el mar. A la playa de Astondo, en Gorliz. Allí nos encontramos con uno de los espectáculos naturales que más nos gustan, las grandes olas...
Olas que llegan en serie hasta los rompeolas para hacer saltar en pedazos el mar; olas que levantan el agua del mar a una altura de más de cinco pisos, en su encuentro con los muros que resisten impasibles estos embates. Olas que provocan espumas y danzas blancas en su retirada y miles de sonidos provocados por cantos arrastrados. Y todo ello aderezado con un aroma a salitre y un frescor al rayo de sol que puede llegar a hechizar durante horas.
Y viendo algunas fotos de las que sacamos el sábado, se nos ha ocurrido el siguiente pensamiento: que la naturaleza inspira a pintores y artistas no es un descubrimiento, pero que la inspiración va más allá del simple paisaje realista es algo que se aprende con la mirada abstracta a las espumas de las olas. Y si no echadle un vistazo a la primera y a la última foto que os dejamos y después imagináosla sobre un lienzo colgado en algún museo de arte contemporáneo...
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