El invierno suele ser un tiempo muy apropiado para jugar en casa. Las tardes de esos fines de semana que nos quedamos sin salir, porque el tiempo o las ganas no acompañan, sacamos el arsenal de juegos que tenemos (hoy no os vamos a hablar de Lego) y nos lo pasamos pipa. Además, aprendemos y estimulamos habilidades de manera lúdica y familiar sin darnos cuenta.
En casa tenemos muchos juegos de bolsillo, pequeños, porque además de ser divertidos ocupan poco y los puedes llevar de viaje: los
Story Cubes o Dados para contar Historias ya os los hemos enseñado en una entrada anterior, y plantean el reto de imaginar historias (se empieza siempre con el "Érase una vez") relacionadas con las imágenes que te han tocado al tirar los dados...
Otro juego divertido y útil es El Uno. Seguramente lo conozcáis, porque es muy popular. Nosotros tenemos la versión plastificada para el verano, porque en la playa o la piscina resisten muy bien al agua. El Uno se inventó en 1971 y es un juego fantástico para aprender matemáticas, los números, a sumar, a ser rápido de pensamiento, a clasificar por colores... A partir de cuatro años ya se puede jugar con ellos, y lo mejor de todo es que la familia entera pasamos ratos largos con El Uno.
El Doble es un juego con 55 cartas, 50 dibujos y sólo un símbolo idéntico en cada carta. Éste es muy interesante porque sobre todo desarrolla la concentración, los reflejos y la rapidez de actuación. Hay varias modalidades pero básicamente de lo que se trata es de encontrar en la carta del contrincante el dibujo que se repite en la tuya... No os creáis, es bastante difícil y a veces estamos hasta quince segundos sin ver cuál de los símbolos se repite entre dos cartas. Muy divertido!
De Djeco tenemos unos cuantos juegos más, todos también de bolsillo y muy buenos: el Piou Piou, Pouet! Pouet! y Diamoniak, entre otros. Estos juegos de cartas por lo general estimulan la conversación, la observación y la memoria. Con el Piou Piou hay que conseguir pollitos, por ejemplo, a base de juntar tres tipos de cartas (el nido, la gallina y el gallo). Con cada tres consigues un huevo, y el huevo se transforma en pollito si tienes dos cartas iguales de nido; pero si tienes un huevo un contrario te lo puede robar con la carta del zorro... aunque si tienes un gallo, puedes defenderte... Vamos, que es un juego muy ágil y divertido. El de Diamoniak es muy parecido, y el de Pouet! Pouet! es en realidad un reto para adivinar la carta que tiene el compañero mediante los gestos, o sonidos que hace. Este es bueno para desarrollar la comunicación no verbal, superar la vergüenza para actuar y estimular la observación.
Ahora bien, si hay una marca y un juego que interesa por lo que desarrolla la lógica, el ingenio y la percepción espacial de los más pequeños, ese es Camelot Junior de Smart Games. Buenísimo. Sencillo, ágil e instructivo. Son un conjunto de piezas que hay que utilizar para conseguir que el el caballero llegue hasta donde está la princesa, subiendo, bajando escaleras o atravesando plataformas horizontales. Eso sí, escalar no puede ni tampoco saltar. Hay cuatro niveles y hemos de decir que el cuarto requiere de ingenio e inventiva. Aquí os dejamos un ejemplo ya resuelto y una última foto con el reto sin resolver, para que os comáis un poco la cabeza... La caja viene con muchas pruebas y todas ellas con su solución. Este es, para los peques que tienen cuatro, cinco o seis años, ideal y divertidísimo. A jugar!