En casa alguna vez nos piden que les dibujemos a Rayo McQueen. Y tanto se fijan, que ya han aprendido a dibujarlo ellos. Bueno, más o menos. Sus coches tienen ruedas, ojo, boca y nariz. Y sobre todo, originalidad, que es ese tesoro que se va perdiendo conforme se va aprendiendo. Por eso queremos ponerlos en el blog.
Decía Picasso que los niños nacen artistas y que el problema es seguir siéndolo conforme se crece. Y tenía razón. Precisamente porque su frescura al trazar una idea, su libertad y falta de prejuicios los hacen libres para llegar al origen de las cosas. Lo hacen de manera cándida e inconsciente. Y de eso es de lo que tenemos que aprender.
Cuentan que a menudo hay que desaprender para seguir adelante. Nosotros pensamos que sí, pero diciéndolo de otra manera: que hay que volver a ser niño para poder sacudirnos el peso de todo lo que nos condiciona. En ese momento sale la intuición. Y una vez recogida, sólo hay que echar a andar con todo lo que sabemos para darle forma a esa gran idea que, en realidad, se le podría haber ocurrido a cualquier niño.
A ver quién pinta unos coches así de sencillos y chulos....
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