Continuamos con nuestro viaje y que mejor manera de desconectar del asfalto que ir al zoo. Cogemos el metro y nos bajamos en la estación de Regent's Park; atravesamos ese enorme parque en cuya esquina norte está y llegamos al London Zoo.
Fue muy impactante ver tantas especies. Lógicamente, las que más les llamaron la atención fueron las exóticas, las que no estamos acostumbrados a ver más que en la televisión. Se quedaban alucinados viendo a los majestuosos tigres, los graciosos pingüinos, las nerviosas hienas y las lentas y altas jirafas, o al guepardo ... y ya no te cuento cuando vieron al enorme gorila mirarnos con ese gesto de poder y a Nemo con su papi... Para los que vayáis, os recomendamos no llevar comida ni liaros mucho para el almuerzo. Porque allí mismo hay un fish&chips y por un módico precio podéis comer todos el pescadito rebozado con patatas y salsa tártara. Nosotros así lo hicimos, al lado de la piscina de los pingüinos, una bonita y sencilla construcción de los años 30 que todavía sigue en funcionamiento.
Después de pasar toda la mañana en el zoo, por la tarde fuimos a Candem porque está muy cerca. Es uno de esos sitios que merece la pena visitar. Todo es muy pintoresco, desde sus fachadas a la gente que pasea por allí. Puedes encontrar desde ropa vintage chulísima hasta moda cibernética... toda una mezcla explosiva. Un buen lugar para comer, o en nuestro caso cenar, porque hay puestos de comida china, tailandesa, italiana o india para llevar o para comer en una zona común. Unos buenos noodles para acabar el día y coger fuerzas para el siguiente. Menudo viaje...
No hay comentarios:
Publicar un comentario