Estos últimos días de Navidad hemos cogido un tren desde Hendaya a París y los hemos pasado en compañía de nuestros queridos Conchi, Silvio y Estelle. Unos tíos y prima que tenemos viviendo en Les Andelys, un pueblecito de la Francia normanda en el que se respira una increíble tranquilidad. Les Andelys y Le Petit Andely están a una hora y media de París, a orillas del mismo Sena y en medio de la campiña francesa.
Conchi y Silvio viven en una casa muy acogedora, donde el fuego de la chimenea calienta un ambiente muy hogareño; tienen un jardín con un muro con barbacoas que en verano hace las delicias de todos, y nos han contado que compraron un pequeño banco para cuando llegáramos, banco que han puesto al lado de la puerta para cuando vayamos con los peques.
Bajo un tiempo de lo más típico para la época, aunque un poco menos frío, hemos paseado por el pueblo, donde muchas de sus casas tienen cientos de años (sobre todo en Le Petit Andely, porque no sufrieron los bombardeos de la II Guerra Mundial). Las más bonitas conservan su aspecto original por lo bien restauradas que están sus fachadas, ventanas, puertas y tejados. Ah, y nos ha llamado la atención la Colegiata de Notre Dame, por su tamaño y estilo gótico normando del siglo XIII. Una verdadera joya, la verdad, perdida en medio de Normandía.
Bueno, allí nos han cuidado los tres como a nadie. Nos han dado de comer el mejor foie y las mejores carnes, nos han comprado macarons, un postre típico francés, y como son muy chocolateros, no hemos parado de comer chocolate... Entre paseos y comidas hemos disfrutado de la tranquilidad de su casa y de un viaje para repetir, la próxima vez en verano para ver Les Andelys en su verdadero esplendor.
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