2017/05/16

UN DÍA EN COSMOCAIXA BARCELONA


Hace unas semanas pasamos un par de días en Barcelona. Fuimos a visitar a Ana. Esta vez se nos ocurrió que, como había demasiado turista por las zonas más céntricas, parecía buena idea acercarnos al CosmoCaixa. Los peques no lo conocían y estábamos seguros de que se lo iban a pasar pipa. De normal les gustan los museos (el Guggenheim de Bilbao o el de Historia Natural de Londres por ejemplo), pero este es especial porque es el antiguo Museo de Ciencias de Barcelona, renovado desde el año 2004.

La visita no decepcionó. No pararon. Ya desde la entrada, bajando por la gran espiral que arranca de la planta del vestíbulo, comenzaron a aprender y ver cosas interesantísimas. Unas semillas voladoras de arce que continuamente caen y suben por el hueco del espacio acompañan la explicación de cómo arranca la historia de la Tierra... Una vez en la planta principal (la inferior), allí se encuentran con la vida, la evolución humana, las especies vegetales y animales. Numerosos ejemplos de insectos, plantas, pájaros (cada uno con su canto accionado por un botón). Conforme se va avanzando por el Museo van descubriendo mediante la interactuación, empleando la vista, el oído o el tacto, las cuestiones más importantes de la Ciencia.

El momento más espectacular es, sin duda, la visita al Bosque inundado: un ecosistema reducido de la selva amazónica con muchísimas especies; gigantescos peces de agua dulce conviven con cocodrilos, tortugas, serpientes,... (bueno, mejor que los encontréis vosotros mismos cuando entréis). Una vez recompuestos de la experiencia amazónica, se sigue avanzando por el Museo experimentando con la materia, la luz y las leyes físicas. Luz descompuesta, ondas, fuerzas centrípeta y centrífuga, magnetismo y gravedad, entre otros, se presentan mediante juegos que les van introduciendo en la comprensión divertida de cada concepto.

Además de todo ello se tiene la posibilidad de visitar el Planetario. Nosotros no pudimos disfrutarlo porque es necesario reservar con antelación, antes de llegar, y conviene hacerlo por internet en el momento de comprar las entradas. Bueno, mejor dicho, reservar las entradas. Porque el museo, al ser obra social de la Caixa, es gratis para todos los clientes de esta entidad, y para los que no lo son, sólo cuesta cuatro euros a los mayores de dieciséis años. El resto no paga.

La verdad es que el plan fue acertadísimo. Además se puede comer allí, en la misma cafetería o en el buffet disponible, o bocatas caseros en la plaza exterior que tiene el Museo sobre su cubierta. Los críos salieron encantados y con ganas de volver, cosa que seguro haremos para que sigan aprendiendo. Os lo recomendamos sin duda.

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